María López-Ibor: «Las TVs deben cuidar sus mensajes porque los mayores temen morir solos»
"Si pensamos que estamos aislados para proteger nuestra salud y la de los demás, evitando que el virus siga propagándose, mejorará nuestro control de la situación", apunta la doctora en Psiquiatría
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La doctora María Inés López-Ibor es médico especialista en Psiquiatría y profesora titular del departamento de Medicina Legal, Psiquiatría y Patología de la Universidad Complutense de Madrid. Cuenta con una amplia experiencia en el ámbito clínico y en el tratamiento de los trastornos de ansiedad y depresivos y los derivados del consumo de sustancias estupefacientes.
Ha sido directora médica de la Clínica López-Ibor durante los últimos diez años y en esta situación excepcional de crisis sanitaria llama la atención sobre la importancia de mantener la esperanza y prepararnos para volver a la normalidad porque será también una tarea que exigirá un esfuerzo psicológico importante.
PREGUNTA: Se cumplen las 3 primeras semanas de confinamiento ¿cómo nos afecta una situación tan extraordinaria a nivel mental?
RESPUESTA: Yo prefiero hablar de aislamiento más que de confinamiento. Si pensamos que estamos aislados para proteger nuestra salud y la salud de los demás -evitando que el virus siga propagándose- tendremos quizá un poco el control de la situación. Es como decir «yo elijo quedarme en casa» y ese es el papel que yo estoy jugando en este momento de la crisis sanitaria. Es decir, cada uno tiene un papel y el de muchas personas es quedarse en casa y así pierdes un poco la sensación de que te están obligando a encerrarte.
La sensación de incertidumbre es algo que provoca mucha ansiedad: no saber cuánto tiempo durará, si nos vamos a infectar, si esa infección será de las graves y lo que pasará después, cuándo saldremos y cuándo volveremos a poder hacer nuestra vida con normalidad. Hay muchas personas que ahora empezarán a tener además problemas de sueño, pesadillas, despertares por la noche. Para otras, esta situación es estresante porque, además, tienen que teletrabajar , ayudar a los niños con las tareas escolares, ocuparse de la tareas domésticas… y, en muchos casos, en espacios muy reducidos.
P: ¿Qué podemos hacer para suavizar un poco las sensaciones negativas?
R: Lo primero es pensar que estamos haciendo algo por ayudar en esta crisis y es aislarnos. Que con nuestro aislamiento estamos contribuyendo a que enferme menos gente y a que pronto podamos volver a la normalidad.
Mantener rutinas, hacer algo de ejercicio, estudiar o leer, llamar o estar en contacto con nuestros amigos y familiares… Podemos aprovechar este escenario para aprender a darle importancia a las pequeñas cosas del día a día, como dedicar más rato a la familia, reservar algo de tiempo para hablar con nuestros seres queridos, ordenar la casa, las fotos, aprender cosas nuevas y, sobre todo, no ver demasiadas veces las noticias.
P: Imagino que en el caso de las personas mayores, especialmente las que viven solas, el escenario se complica.
R: Para las personas mayores que viven solas esta situación es mucho más difícil. No por el hecho de vivir solas, porque ya lo hacían antes y estaban acostumbrados, pero sí porque su miedo a morir es, si cabe, mayor que el del resto de la población general. Su edad y su estado de salud los hacen muy vulnerables y sus familiares, incluso sus propios hijos si los tienen, son un motivo más de preocupación para ellos, al igual que sus nietos. También las consecuencias económicas que vendrán.
Además no están acostumbrados a manejar tanto las nuevas tecnologías por lo que ahora sólo pueden distraerse con la radio y la televisión y hay muy pocos programas dirigidos hacia ellos.
P: ¿Qué papel jugamos los medios de comunicación que, en muchas ocasiones, somos su única compañía?
R: En esta situación de pandemia los medios de comunicación creo que jugáis un papel esencial. Por un lado, informándonos de la situación, tratando de disminuir la incertidumbre con datos objetivos, explicándonos lo que se está haciendo para controlar la expansión del Covid-19. Pero, por otro, hay algo que para mí es importantísimo: cuidar a la población mientras esté en su casa -y esto es muy mejorable- y mantenernos conectados con el mundo.
«Los mayores no están acostumbrados a manejar las nuevas tecnologías por lo que sólo pueden distraerse con la radio y la televisión y hay muy pocos programas dirigidos hacia ellos»
P: ¿Qué mensajes podemos enviar para ayudar un poco?
R: Los mensajes que deberíamos dar, y recibir, tendrían que ser siempre claros y esperanzadores, para paliar la incertidumbre. Si uno sabe lo que van a durar estas medidas puede preparase pero si cada poco tiempo las prolongan aumenta la sensación de desesperanza y de incredulidad. Es labor de los medios de comunicación educar en los mensajes para que podamos estar más tranquilos.
P: Y en el caso de los enfermos mentales, ¿cuáles son las dificultades a que se enfrentan en esta cuarentena?
R: Las personas que padecen una enfermedad mental son una población muy vulnerable y algunos de ellos podrían descompensarse ante esta situación tan estresante en la que, además, el acceso a sus médicos o terapeutas es más difícil.
Aunque se están haciendo muchas consultas telemáticas y llamadas, las personas con trastornos de comportamiento alimentario o con dificultades para controlar su impulsividad pueden verse muy alterados y aumentar síntomas como la ansiedad o la depresión. Por el contrario, hay muchas otras acostumbradas al sufrimiento y al principio de esta situación lo estaban llevando mejor.
P: ¿Qué recomendaciones daría a sus familias?
R: Las familias son siempre el pilar fundamental que apoya a nuestros pacientes y en muchos casos ya llevan ayudándoles tiempo. Los familiares deben, primero, tratar de cuidarse a ellos mismos para cuidar a sus familiares, tratando de mantener la calma, la serenidad en la medida de lo posible e intentando distinguir si el paciente está angustiado como consecuencia de esta situación o si está empeorando para pedir ayuda a los profesionales, cuanto antes.
P: En los últimos días, además, ha trascendido que los niños diagnosticados con TDH o autismo, pueden salir brevemente a la calle, convenientemente identificados, ¿cómo sufren ellos el confinamiento? ¿cómo explicárselo?
R: Los niños con trastornos generalizados del desarrollo, incluido el autismo, presentan más dificultades para quedarse en casa y su cuidado es extraordinariamente difícil para las familias. Por eso, en circunstancias normales van a centros especializados que debido a la crisis han cerrado. Ahora es fundamental que puedan salir a la calle. Son niños -y adultos- que muchas veces han pasado desapercibidos para la población, sobre todo en las grandes ciudades, más impersonales.
Yo lamento profundamente que se les esté estigmatizando tanto y que incluso tengan que salir a la calle identificados con un lazo azul. A estos niños es casi imposible explicarles las medidas de aislamiento. Muchos de ellos no tienen una capacidad de abstracción normal y hay que tener en cuenta que funcionan mejor cuanto más estables se mantengan sus rutinas que ahora han visto interrumpidas de manera muy brusca.
P: ¿Y a los menores en general para los que la actividad física es parte esencial de su día a día?
R: Tanto los niños como los adultos necesitamos la actividad física. Los niños pueden tenerla en casa y eso es lo que muchos de ellos están haciendo, pero también necesitan pasar tiempo al aire libre y no sólo porque el sol es fuente de vitamina D sino porque nos despeja. Tenerlos encerrados en casa es muy difícil para ellos. No están acostumbrados. Y si, además, añadimos que su vivencia del tiempo es mas lenta -es decir se aburren con facilidad y por eso necesitan cambiar constantemente de actividad- sería bueno que más pronto que tarde pudieran salir a dar pequeños paseos, que no a jugar en la calle o en los parques.
«Los sanitarios están preparados para desempeñar muy bien su trabajo, pero ahora están viviendo situaciones para las que ni siquiera ellos están preparados psicológicamente»
P: Los sanitarios se han convertido en héroes por las circunstancias. Muchos de ellos dicen estar muy fuertes físicamente y ya aclimatados al ritmo de trabajo que exige esta epidemia, pero… ¿y a nivel mental? ¿tendrán secuelas? ¿necesitarán apoyo psicológico?
R: Los sanitarios y, en general todos los actores de primera línea, están preparados para desempeñar muy bien su trabajo pero en este momento están viviendo situaciones para las que ni siquiera ellos están preparados psicológicamente.
Quiero decir, son personas sanas que funcionaban muy bien hasta que ha surgido está situación, este desastre, y es posible que algunos de ellos necesiten ayuda y apoyo cuando esto pase, porque muchos podrían tener ansiedad, depresión, insomnio, miedos y hasta podrían desarrollar algún cuadro de estrés. Habrá que ofrecerles toda la ayuda que necesiten para que puedan seguir cuidándonos a todos en las mejores condiciones, una vez superada la crisis.
P: ¿Cómo prepararnos para cuando se levanten las medidas de aislamiento?
R: Tenemos que empezar a trabajar en esto. Debemos ser conscientes de que la vuelta a la normalidad irá poco a poco hasta que podamos retomar completamente nuestra vida anterior. Por otra parte, hemos estado muy tensionados muchas semanas con miedo a contagiarlos, incluso yendo al supermercado- y tendremos que perderlo. También acostumbrarnos a que las medidas de higiene y de distanciamiento social tendrán que mantenerse. Luego están las consecuencias sociales y económicas que serán muy duras en muchos hogares.
También nos afectará la vuelta porque muchos tendremos amigos o familiares que ya no estén con nosotros y ese duelo será difícil.